viernes, 26 de noviembre de 2010

Expedición Biberón 2008. Marruecos, Mauritania y Senegal.





















































EXPEDICION BIBERON
Viajando con niños por Marruecos, Mauritania y Senegal.

Suena el teléfono, es un mensaje mandado desde España, "Golpe de estado en Mauritania. El país está patas arriba, aeropuerto y capital tomado por los militares, el presidente derrocado, NO ENTREIS EN EL PAIS!!!!!!! ¿Dónde stais? llamadnos cuando podais.

Demasiado tarde. Habiamos entrado el día antes e hicimos noche en Nouadibou con la intención de visitar al día siguiente el Banc de Arguin, la reserva ornitológica más importante del Oeste de África. Lo que en un principio iban a ser unas tranquilas vacaciones se convertían en un momento en desconcierto e incertidumbre.

Pero vamos por parte y empecemos por el principio.
Hace tres años planeamos este mismo viaje. Ibamos a ir dos Hdj 80 atravesando Marruecos, Mauritania hasta Senegal siguiendo la franja de costa por aquello de evitar las altas temperaturas del interior. La particularidad era que viajábamos con nuestros hijas pequeñas. El viaje terminó prematuramente en Marruecos por la indisposicion de un adulto.
Con la espinita clavada desde entonces nos planteamos repetirla este año pero esta vez un solo coche y con el añadido de que la familia había crecido. Además el Raly Dakar lo habían suspendido por supuestas amenazas terroristas y unos meses antes un matrimonio francés había sido asesinado junto a sus hijos en la carretera de la Esperanza cerca de Boutilimit. Vamos, lo ideal para pasar las vacaciones veraniegas con las niñas....
Siempre hemos viajado con nuestras hijas. Desde que nacieron han estado acostumbradas a viajar en coche y sus pasaportes lucen orgullosos una docena sellos. Aun así Alicia, la más pequeña apenas contaba con un año y medio y queríamos que disfrutara como los mayores por lo que teníamos presente que en cualquier momento podríamos darnos la vuelta si se le hacía pesado. En un viaje como éste no se puede dejar nada al azar y todo debe de estar muy bien atado. Por otra parte no puedes llevar un horario estricto que cumplir y debes estar abierto a que ellas marquen el ritmo de viaje. Vacunas, profilaxis de malaria, repuestos para el coche, rutas alternativas, llamadas a embajadas y consulados, comida para los mayores y tarros para la pequeña, bebida y un largo etcetera. Debíamos ser totalmente autosuficientes para comer y dormir por si surgiera cualquier problema y eso acarreaba un sinfín de listas de cosas que comprar y hacer que nos tuvo bastante entretenidos los dos meses previos a la partida. Por cierto la lista de los juguetes tuvimos que negociarlas unas cinco veces... Teníamos un fiel aliado. Un Toyota HDJ 80 con 18 años en su chasis que siempre ha demostrado con hechos su buena fama y que nos serviría de hotel, restaurante y todo lo que hiciera falta para que el viaje fuera un éxito. Con todos los bártulos y una buena colección de películas de dibujos animados nos pusimos en marcha. Por delante 8000 km y casi 40 días para ir y volver a Senegal. Y por supuesto, las protagonistas de esta historia, las tres mosqueteras, Paula de 7 años, Covadonga de 5 y la benjamina, Alicia de 1 1/2 años.
No sé cuantas veces hemos estado en Marruecos pero la verdad es que en cada viaje descubres algo nuevo y el país cambia por momentos. Salimos de Huelva, en el sur de España, a las seis de la mañana y por la noche ya dormíamos en un Hotel en el palmeral de Marrakech. El que sea todo autopista facilita mucho las cosas y las niñas llevan el periodo de aclimatación mejor de lo que esperamos. Al día siguiente no nos movemos de la ciudad Roja y por la mañana alternamos piscina de hotel con la obligada visita a la plaza Djma el Efna, una de las culpables de la pasión que siento por este país.
Quizas no tenga el encanto que tuvo hace veinte años pero la primera vez que estuvimos en ella nos dejó con la boca abierta y marcados para los restos por lo que estabamos deseando poder mostrarsela una vez más a nuestras hijas. Se hicieron fotos con lo monos y las serpientes, paseamos por el zoco, degustamos pinchitos y algun que otro cous-cous, bailaron al son de los tambores, se tatuarón con henna, volvimos a pasear por el zoco y a la hora de irnos se enfadaron por que querían quedarse más tiempo, lo que provoco que por mi mente pasara un "tambien han caido" que me hizo sentirme extremadamente orgulloso.
Al día siguiente empezaba el viaje de verdad. Pasamos Agadir, Laayounne, y entramos en el Sahara occidental. Los controles comienzan a sucederse a la entrada y salida de cada población. Nosotros llevamos desde España unas fichas rellenas con los miembros de la expedicion, el recorrido, etc que facilita mucho la cosas ya que la entregamos directamente y nos dejan proseguir. El gasoil aquí está subvencionado y baja obstensiblemente de precio. De vez en cuando, en alguna población, encuentras algun saharaúi que habla español, sobre todo ancianos y uno de ellos nos enseña un DNI de los antiguos, de cuando eran considerados ciudadanos españoles.
Dormimos y comemos en la playa dándonos unos baños memorables y descansando en las horas de más calor. Aun así la temperatura se va suavizando conforme bajamos hacía el sur e incluso por las noches tenemos que abrigarnos. Las niñas han comenzado una colección de conchas marinas que con el paso de los días ira aumentando en cantidad preocupante. Las tres van bien, pero Alicia duerme mucho en las horas de coche y cuando paramos a descansar ella despierta con las pilas cargadas. Los padres dormimos en una tienda de techo en el Toyota y las niñas en un anexo fabricado por nosotros mismos en la que montamos una tienda de apertura rápida y se conecta con la nuestra . Allí tienen su colchon de espuma y sus sacos pero alguna noche montan tanto jaleo que parece que el tinglado se va a venir abajo.
Compramos algunas cosas en Dakhla, la antigua Villacisneros y damos una vuelta por la que fue colonia española buscando huellas de nuestro paso que lamentablemente cada vez es menor y nos vamos a dormir a la antigua playa de las Aguilas donde coincidimos con los primeros viajeros que hacen la misma ruta. No sabemos si es por el tiempo, ya que en Senegal es temporada de lluvias, o quizás por la amenaza terrorista, pero apenas hemos coincidido con otros vehículos y no nos tranquiliza nada. En Dakhla era donde hace unos años tenías que formar un convoy para pasar a Mauritania escoltado por los militares. Hoy en día ya no hace falta, los dos paises abrieron sus fronteras afortunadamente para el viajero y desafortunadamente para los saharaúis que vieron como su alto el fuego servía para ignorarlos más si cabe.
En un viaje anterior por esta misma zona no dejábamos de cruzarnos con viajeros y para nosotros eso era una garantía en caso de tener problemas. Ahora, en cambio, apenas nos cruzamos con un par de coches que venían de vuelta pero ninguno que fuera en nuestra dirección.
Paramos en el Motel Barbas, una especie de complejo a unos sesenta kilometros de la frontera mauritana donde puedes aprovisionarte de comida, agua y combustible antes de entrar en Mauritania.
Para cruzar a Mauritania debes hacer los trámites de salida de Marruecos en el puesto de Guergarat. En el último año les han modernizado las instalaciones. Ya no están a los pies del antiguo fuerte español en unas casuchas de piedra. Ahora cuentan con varios despachos y una zona acotada donde dejar el coche mientras realizas los trámites de salida. De todas formas la modernidad no significa que los trámites sean más rápidos. Nosotros tardamos más de tres horas en poder salir y eso que apenas había tres camiones y que las niñas terminaron paseando con los militares, gendarmeria y todo aquel que estaba en la frontera.
Aquí fue cuando empezamos a darnos cuenta que la gente en general se alegraba de ver a unas micas por aquellos lares. Casi todo el mundo se acercaba a hacerles alguna carantoña, jugar con ellas y hasta ofrecerles un yogur recién sacado de la nevera. Era un constraste muy especial ver a Alicia con su cabello rubio, en pañales y con el chupo puesto pasear de la mano con el militar negro de dos metros de altura y con el Kalasnicof al hombro que me pedía permiso para ir a enseñarsela a sus compañeros.
En la entrada en Mauritania, más de lo mismo, pero esta vez fue un poco más rápido aunque el precio del visado habia subido diez euros por barba sospechosamente esa misma mañana. Hay que contribuir con el bienestar de las fuerzas de seguridad y esa fue nuestra pequeña aportación, no hay que ser mal pensado.
En la misma frontera cambiamos dinero y sacamos el seguro obligatorio para el coche ya que aquí el español deja de tener validez. En la aduana preguntamos por lo de la supresion del Dakar y por lo de los franceses asesinados y nos comentan que no hay peligro alguno que lo que ocurrió fue que los intentarón atracar y al darse a la fuga abrierón fuego. Si quiso tranquilizarme, no lo consiguió.
Entramos en la polvorienta Nouadibou cayendo la noche, por lo que nos metimos en el Hotel Sahel, el mejor hotel de la ciudad y que está a unos cien metros del Hogar Canario donde nos pudimos beber unas cervezas y un buen pescado fresco. Nouadibou, turísticamente, no tiene nada que ver ya que es una ciudad sucia que carece de interés para el viajero por lo que a la mañana siguiente nos pusimos en marcha temprano camino de la Reserva Natural del Banc de Argüin.
Apenas tres horas depues de salir nos llego el mensaje del golpe de estado. En principio no terminábamos de creerlo aunque desde España nuestros amigos insistían en que las noticias eran ciertas. Afortunadamente por la zona que viajábamos tenía cobertura telefónica por lo que llamamos a la embajada y nos confirmaron la noticia. En principio nos dijeron que las fronteras terrestres, el aeropuerto y la mayoría de los edificios públicos estaban tomados por el ejercito pero que la capital estaba en calma, que lo mejor que podíamos hacer era darnos la vuelta y meternos en un Hotel en Nouadibou hasta que se aclarara la cosa. El problema era que ya estabamos mas cerca de Nouakchott, la capital de país, y que apenas nos quedaba gasoil. Volvemos a llamar a la embajada y no nos cogen el telefono por lo que nos ponemos en contacto con el consulado en Nouadibou. La persona que nos atiende es mauritana y nos dice que no nos preocupemos, que en principio debe de ser cuestion de unos pocos días. Al comentarle que estábamos a unos cien kilómetros de Nouakchott también nos recomienda que nos metamos en un Hotel, pero en el último momento nos comenta que cree que la frontera de Rosso, el principal paso fronterizo hacia Senegal, esta cerrada pero que la de Diama, un poco más al sur, esta abierta.
Apenas nos cruzamos con otros vehículos, pero realmente tampoco es que haya habido mucho tráfico por aquí nunca.
En África, en general, es normal encontrarte numerosos controles militares o de la policía que con aire más bien cansino te pide los papeles o simplemente te dice que prosigas una vez te ha echado un vistazo. Nosotros llevábamos varias horas sin encotrarnos con ninguno pero nada más aproximarnos a Nouakchott apareció el primero. La radio la tenian a todo volumen y los fusiles al hombro. Se les notaba, o por lo menos a nosotros nos lo pareció, un pelín nerviosos. Intentamos preguntarles por la situación y nos largaron rapidamente para que prosiguieramos. Pasamos un segundo y un tercer control y en esté nos dijeron que las fronteras con Senegal estaban abiertas de momento.
Conseguimos llenar los tanques a tope de gasoil e hicimos acopio de agua y comida en una pequeña tienda.
Después de sopesar una y otra vez los pros y los contras nos decidimos. Directos para Diama.
Las niñas iban bien. En ningún momento se percataron de que ocurría algo, aunque Paula, la mayor, preguntó más de una vez porqué no parábamos. Le montamos una cama en la parte trasera del coche y tuvieron sesión triple de películas de dibujos animados. Afortunadamente pasaron muchas horas dormidas.
Las horas parecían no pasar mientras el Toyota mostraba todo su poderío llevándonos a toda velocidad dirección Sur. Apenas parábamos para estirar las piernas o algún que otro cambio de pañal. Queríamos evitar a toda costa llegar a la frontera de noche por lo que teníamos que darnos prisa.
El paso de Rosso tiene fama de ser uno de los más duros de África, ya que tienes que embarcar el coche en una barcaza para cruzar el río Senegal y durante el tiempo de espera te acosan por todos lados intentando sacar algun dinero extra. Nosotros ya lo conocíamos y en realidad no era para tanto pero desde luego no era el mejor día para cruzar por allí por lo que cogimos la pista que va a Diama donde el río se estrecha y hay un pequeño puente de peaje. Una vez dejamos el asfalto nos encontramos más seguros. Aquí era más difícil encontrarse con militares. La incertidumbre era si podríamos pasar o si todo el esfuerzo habría sido en valde. Nos cruzamos con los primeros jabalís verrugosos lo que hizo que las niñas despertaran del sopor del día. Justo cuando caía el sol, la frontera de Diama apareció a lo lejos.
Dos horas más tarde estábamos tomándonos unas cervezas Gazele de 1/2l en el club de pescadores de Saint Louis riéndonos de los nervios que habíamos pasado.
Ahora tocaba disfrutar. Teníamos por delante muchos días, mientras se aclaraba la situación y nos planteabamos la vuelta.
Nos instalamos en una cabaña en el Zebrabar, uno de los "campaments" más famosos de África y punto de encuentro para todos los viajeros que bajan desde el norte por tierra. Está regentado por un matrimonio belga, Ursula y Martin Durig, con dos hijas que enseguida hicieron migas con las nuestras. Desde aquí realizamos excursiones en piragua por el Parque Natural de "Langue de la Barbarie".
Aquí coincidimos con una pareja de catalanes que recorrían el país desde Gambia en bicicleta, pero la tónica general era que había muy pocos viajeros fuéramos donde fuéramos.
Llevábamos pocos días en el Zebrabar y las niñas ya habían hecho numerosos amigos. Nada más levantarnos las iban a buscar y se bañaban en el río a apenas unos metros de nuestra cabaña. Ellos solo hablaban wolof, uno de los dialectos de áfrica occidental, pero eso no era impedimento para que se llevaran todo el día juntos e incluso mis hijas intentaran explicarles juegos en español. Alicia, la mas pequeña, iba de brazo en brazo y era la que más les llamaba la atención aunque fueron Paula y Covi las que hicieron más amigos.
Visitamos el parque natural de D´joudj, para dirigirnos al día siguiente a la reserva de Bandia donde una iniciativa privada lucha por reintroducir las especies que en tiempo fueron autóctonas de Senegal. Vimos jirafas, cebras, avestruces e infinidad de antílopes y como colofón, unos impresionantes rinocerontes blancos que disfrutamos apenas a unos metros de distancia.
Una de las zonas más desconocidas de Senegal es la isla de Jaol-Fadiouth. Es una isla artificial enteramente construída con conchas en la que existe una iglesia católica. Sus pobladores se dedican principalmente a la pesca, aunque cada vez más está presente en los circuítos turísticos, lo que terminará con el encanto que todavía tiene.
En Dakar visitamos la isla de Goree, el punto de embarque de los esclavos que iban hacia américa y, como no, el mítico lago Rosa punto de llegada, menos en esta ocasión, del Rally más duro del mundo.
El viaje iba llegando a su fín y teníamos que plantearnos la vuelta. La opción más segura era que las niñas y mi mujer volvieran en avión, pero ella se negaba y realmente las noticias que nos llegaban eran de que estaba todo muy tranquilo.
Al final nos volvimos a arriesgar y cruzamos sin problema todo el país.
Ha sido un viaje que a buen seguro no olvidaremos por todo lo que aconteció, en el que mis hijas disfrutaron como enanas, ajenas en todo momento a lo que ocurría fuera, pero que nosotros vivimos de una forma un tanto especial. Supongo que el concepto que podemos tener aquí de un golpe de estado en nada tiene que ver con lo que siente la población mauritana lamentablemente acostumbrada a que ocurran esas cosas. Con los mauritanos que hablabamos del tema desde militares, policía, el recepcionista del hotel o el camarero, todos intentaban transmitirnos tranquilidad, que realmente la situación era segura y que no tendríamos ningún problema. Nos gustaría dejar claro que en los controles militares siempre nos dieron un trato muy educado y amable, e incluso con el toque de queda para los turistas nos dejaron proseguir sesenta kilometros y hasta nos ofrecieron pasar la noche con ellos.
También supongo que si el viaje lo hubiéramos hecho en compañía de otros vehículos o quizás en un viaje organizado, la sensación habría sido completamente distinta, por lo que a fín de cuentas no dejan de ser percepciones personales que en modo alguno quieren sentar cátedra. Simplemente lo contamos como nosotros lo vivimos y, lejos de sentirnos Indiana Jones, sólo somos unos simples viajeros que solemos ir con nuestras hijas a todas partes.
Texto y fotos: Juan Pedro Ponce Anguiz
Contacto: overlandspain@ymail.com
VIAJEROS:
Juan Pedro Ponce Anguiz (texto y fotos)
Covadonga Fernandez Muñoz (fotos)
Paula, Covadonga y Alicia Ponce Fernandez
VISADOS, CONTROLES, MULTAS Y DEMÁS CONTRIBUCIONES:
Marruecos: Pasaporte en vigor, documentación del coche, carta verde y autorización por escrito del dueño del coche si no está a nuestro nombre.
Nos intentaron multar en 4 ocasiones por exceso de velocidad. Sólo pagamos una y por que dimos con el Gendarme más honesto de todo el Reino. Las demas no las quitaron al pedir el Ticket.
Sahara Ocidental: Pasamos más de veinte controles pero en ninguno tuvimos problemas. Facilita mucho las cosas el llevar 30 fotocopias con todos los datos del viaje y de sus miembros.
Mauritania: Pasaporte en vigor con una caducidad superior a seis meses. Se puede tramitar en el mismo día: en Casablanca 30 euros, en la misma frontera 40 euros, 80 doble entrada o en la embajada en Madrid. En la misma frontera o en Nouadibou hay que sacar un seguro para el coche por los días de estancia en el país.
También es aconsejable llevar la Cartilla de Vacunación Internacional. Se debe acudir a los centros de Medicina Exterior de cada ciudad o al médico de cabecera. Es obligatoria la de la Fiebre Amarilla y profilaxis contra la Malaria.
Escapamos con 0 multas, aunque en la frontera nos colaron 10 euros más por barba en el visado y otros 10 euros por no se que misteriosa tasa.
Senegal: Pasaporte en vigor con una caducidad superior a seis meses, para los españoles no hace falta visado, Carné de conducir intenacional (en las jefaturas de tráfico 8 euros) y si el coche tiene una antiguedad superior a los diez años en la frontera hay que tramitar el Pasavant que os permite circular 5 días hasta tramitar una ampliación a la Aduana en Dakar.
Los controles y las multas llegarón a ser desesperantes: 1 por exceso de velocidad, No pagamos. Otra por el equipaje, tampoco pagamos. Otra más por las láminas de los cristales, amenazamos con llamar a la embajada y no les sento nada bien, se enfadaron pero no pagamos. Otra por la luz fundida de la matrícula. Mientras me multaba pasaban camiones con una sola luz funcionando o un Renault 12 totalmente oxidado, sin un solo cristal y que iba completamente a oscuras. Aun así era tarde y preferimos pagar (5 euros). En el mismo punto y al dia siguiente nos intentaron parar otra vez pero escucharon las voces en arameo, inglés, francés y todo lo imaginable que directamente nos dijeron que siguiéramos.
En la frontera intentaron atracarnos pidiendonos 500 euros por el Pasavant, pagamos 50 euros sabiendo que no llega ni a diez pero el coche que nos precedia se negó y le hicieron bajar y abrir absolutamente todas las maletas y cajas que llevaban.
SEGURIDAD ANTE TODO:
Cuando haces un viaje por un lugar que carece de las infraestructuras básicas debes llevar todo atado y muy atado. Nosotros contratamos un seguro de repatriación, que incluía la evacuación aérea, por si surgía cualquier contratiempo. Tambien un teléfono vía satélite es aconsejable si piensas viajar un poco apartado de las rutas convencionales. Comunicar tu recorrido y fechas a las embajadas de los paises por donde vas a pasar y no hay que olvidar un buen botiquin y un surtido aceptable de herramientas y recambios.
TODO POR ELLAS:
Estais de vacaciones y se supone que ellas tienen que disfrutar igual o más que tú. Éste no es el viaje para ver si el Toyota se traga bien la Toule, o si es capaz de subir aquella inmensa duna. El ritmo debe ser tranquilo haciendo paradas a menudo y mezclando días de ruta con otros en los que no se haga absolutamente nada. Ellas disfrutarán de lo lindo recolectando conchas marinas y fósiles, explorando las dunas y sobre todo celebraran cuando un grupo de monos o jabalíes atraviesa la pista.
No está de más hacerles partícipes tanto de la preparación como luego en el viaje encomendandoles alguna misión especial. Cada una es la responsable de algo y a la vez todos somos responsable de todos. Nosotros nos llevamos semanas enteras repitiéndoles que no podían levantar cualquier piedra ni meter la mano en agujeros, no andar descalzas por algunas zonas y ellas mismas estaban pendientes las unas de las otras.
Y por supuesto llevar un surtido de sus juguetes y pelis favoritas. San DVD portátil hace milagros y sin su ayuda este viaje no lo podríamos haber llevado a cabo.
LIBROS:
West Africa de Lonely Planet (Inglés)
Gambia y Senegal de Lonely Planet (Español)
Sahara Overland Christ Scott (Inglés)
De Disney, Doraymon y todo lo que encuentres y para colorear.
MAPAS:
Michelin 953 (Africa Norte y Oeste)

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