Crónicas de viajes publicados.



Revista El Mundo 4x4 nº10.

TRAS EL DAKAR.
8000 km.  POR ÁFRICA OCCIDENTAL.

         Para todo aficionado a los Rallies Todo Terreno hay uno que por su historia y su espectacularidad  tiene nombre propio, el Dakar. Para nosotros, además, fue la excusa perfecta para realizar un viaje de ensueño por  África Occidental y encontrarnos en el lago Rosa para cuando llegara la caravana.
         Es una situación extraña cuando estás cómodamente  sentado en el salón de tu casa viendo por la televisión el resumen de la etapa y sabes que pronto cogerás la maleta y te unirás a ellos en algún lugar de África.
         Las luces del alba nos dieron la bienvenida camino de Algeciras. En esta época del año el cruce del estrecho y el de la frontera marroquí carece de problemas ya que apenas hay gente y a las diez de la mañana ya estábamos en dirección a Marrakech, donde hicimos noche.
         A partir de Agadir el paisaje comienza a cambiar. Poco a poco se va haciéndose más desértico y las primeras dunas aparecen por el horizonte. Las grandes hamadas cortadas a cuchillo por la carretera  interrumpen la monotonía de paisaje cuando  ésta se acerca a los acantilados y vislumbras el mar a lo lejos. Jubilados alemanes y franceses a bordo de sus autocaravanas son por aquí legión. Estas sí que son playas vírgenes y el sitio ideal para quien disponga de mucho tiempo.

Nosotros no lo tenemos por lo que vemos pasar por la ventanilla paisajes alucinantes en los que merecería la pena parar  y llevarte un buen rato ensimismado contemplándolos. 

Dormimos en Laayoune Port a unos doce kilómetros de la ciudad en un pequeño hotel llamado Josefina regentado por españoles y con un pescado buenísimo.
         Estamos en lo que fue el Sahara español. En lo que sería la RASD, la República Árabe Saharaui Democrática,  territorio ocupado por Marruecos desde la tristemente celebre Marcha Verde. En la actualidad y esperando el referéndum boicoteado una y otra vez por el gobierno de Rabat, el territorio está oficialmente bajo la protección de la ONU  aunque Marruecos se empeña en construir pueblos fantasmas a lo largo de la carretera para luego venderlos a precio de saldo para que ciudadanos del norte se trasladen y poder alterar así los resultados del censo. Por este mismo motivo la gasolina no tiene impuestos y nosotros hicimos acopio en los bidones auxiliares.

         Nos salimos de la carretera justo enfrente de Dakhla, la antigua Villa Cisneros,  en la bahía de Río de Oro. Un mar azul turquesa se presentaba ante nosotros. Queríamos comer en la orilla y  nos percatamos que una plaga de langostas se levantaba a nuestro paso chocando con el coche  provocando un gran estruendo.  Estábamos a casi  1000 kms. de la frontera de  Mauritania y hasta aquí habían llegado. 
Estas mismas langostas salieron en todos los telediarios en verano por el destrozo que provocaron en Mali, Senegal y Mauritania asolando todas las cosechas que encontraban a su paso.  Su gran voracidad y la facilidad de reproducción que poseen hacen que su número aumente de manera vertiginosa y lleguen a recorrer hasta 5000 kilómetros sembrando la desolación entre los que menos tienen. Aun así era una experiencia única el bajar del coche, cámara fotográfica en mano, y verte rodeado de miles de insectos volando alrededor.  
 

 
         Era nuestra tercera etapa de casi novecientos kilómetros y como sabíamos que la infraestructura hotelera en Mauritania brilla por su ausencia, preferimos dormir en el Motel  Barbas y de paso recabar información entre los viajeros que venían de vuelta.

         Aquí nos llevamos el primer palo del viaje ya que la mayoría con los que hablamos coincidían en decirnos que no nos dejarían entrar en Senegal sin el Carnét de Passage, el pasaporte para el coche que nosotros no llevábamos. Aun así decidimos seguir con el plan original y a la mañana siguiente estábamos plantados en el paso fronterizo de Guergarat. Y digo bien, plantados, por que casi echamos raíces del tiempo que nos llevamos allí. Se supone que salíamos del país pero los tramites fueron más lentos que para entrar en Mauritania. Una casucha maloliente hacia las veces de aduana. En el interior una bombilla en un camping gas, un camastro ennegrecido y un oficial con un impecable traje y corbata para nada en consonancia con su entorno.


Encontramos a los primeros participantes del Dakar que vienen de vuelta e incluso gente del Epsilon Team, el equipo catalán de camiones, con los que intercambiamos un café y el tiempo de espera.
 Después de cuatro largas horas y por fin con los pasaportes sellados nos adentramos en tierra de nadie. El asfalto se corta limpiamente y una rota pista nos lleva hasta las primeras casuchas mauritanas. Ésta es la famosa zona minada en la que no es nada aconsejable salirse de la pista principal. Son diez kilómetros muy rotos en los que oxidados chasis de automóviles decoran el paisaje para añadir un poco de inseguridad a los que lo cruzan.
Aquí hay que tramitar la entrada del coche y sellar los
pasaportes. Vamos sin visado por lo que nos cobran cincuenta euros por pasaporte más otros diez por las tasas de entrada al país. El trato es sorprendentemente correcto  y en apenas unos momentos está todo resuelto. Cuando estamos preparados para irnos uno de los policías se acerca y nos pide que llevemos a un chico hasta Nouadhibou. Nos negamos, pero él insiste. Al final y viendo que está dispuesto a perder todo el tiempo del mundo hasta que accedamos, lo montamos y nos ponemos en marcha.      
         En la ciudad no paramos. Dejamos al chico e hicimos acopio de combustible y agua. Los dos coches son de gasolina y desconocemos si necesitaremos repostar antes de Nouakchott. Calculamos una autonomía de setecientos kilómetros, entre el depósito y los jerrys, pero sabemos que en las dunas el consumo se puede disparar por lo que toda previsión es poca. También aprovechamos para tramitar el seguro para Mauritania  ya que la carta verde no tiene aquí validez.

         La salida de Nouadibou es caótica. Todavía no llega el asfalto y viajas paralelamente a la vía del tren hasta llegar al asfalto. Control de policía y de aduana con cadeu incluída es lo normal cada vez que nos paran. Por aquí ser blanco y viajar con tu propio todo terreno es sinónimo de dinero y por desgracia tú llevas prisa y ellos tienen todo el tiempo del mundo.
        
Hasta hace unos meses Nouadibou, la antigua Port Etienne, era una ciudad en medio de la nada sin ninguna conexión asfaltada al mundo exterior. Hace casi dos años el gobierno mauritano concedió la licencia para construir una carretera que enlazara con la capital Nouakchot.
La licencia la obtuvieron tres empresas, una egipcia, otra tunecina y una última china que  no ha cumplido los plazos de entrega por lo que se interrumpe en varias ocasiones y debes conducir por la antigua pista de tierra plagada de Toule Ondule
y que termina aflojando hasta el último tornillo del coche.

Seguramente en pocos meses será posible ir en Harley Davidson desde España hasta Dakar sin salirse del asfalto, pero de momento tendremos que hacer casi  200 kilómetros de rota pista.
Cruzar las dunas del Azefal era uno de los atractivos antes de que existiera la carretera. Hoy en día la cinta de asfalto la recorre limpiamente sólo interrumpida por alguna duna arrastrada por el viento que sorteamos sin dificultad.
Hacemos noche en el interior de las dunas. Nos hemos alejado de la carretera lo suficiente para poder dormir tranquilos y admiramos como un manto de estrellas comienza a inundar el firmamento. Si dormir en el desierto es una experiencia única, lo es mucho más cuando sabes que estás en medio de la nada y que la ciudad más próxima se encuentra a cientos de kilómetros de distancia.
A unos treinta kilómetros al oeste se encuentra la reserva natural del Banc de Argüin, el Parque Natural más importante de Mauritania y declarada reserva de la biosfera. Ya no es necesario circular por la playa para llegar a la capital, pero después de tantos meses preparando este viaje no queríamos dejar pasar la oportunidad de conocer la que antaño era la única vía de acceso, por lo que esperamos a que bajara la marea y anduvimos unos cien  kilómetros por el estrecho corredor que se forma entre el océano de dunas y las olas rompiendo a escasos metros.
Vemos toda clase de aves migratorias  que recalan aquí huyendo de la fría Europa y que levantan el vuelo al paso de nuestros vehículos.



Llegamos a Nouakchott a media tarde, por lo que decidimos recorrer los 205 km. que nos separan de la frontera aunque llegáramos de noche.

Si a cualquiera de los miembros que formamos la expedición nos hubieran preguntado antes de partir cuál era el sitio que nos marcaría más, seguro que ninguno hubiera acertado.  Ahora, varias semanas después de volver , a cualquiera que nos pregunte por lo más impactante del viaje todos coincidiríamos con un mismo lugar.
Atravesamos el Bidon Village unos de los arrabales más impresionantes que quedan en nuestros tiempos.  Si Mauritania está entre los países más pobres del mundo la Ciudad Bidón es  el más pobre entre los pobres. Toda una ciudad construida con cartones, restos de cajas de madera y bidones metálicos, que se agolpan una junto a otra. Niños semidesnudos juegan por las calles de arena entre la basura, cabras y aguas fecales. Sin quererlo recuerdas como hemos salido de España, en plena vorágine consumista de los días de reyes,  y miras por la ventanilla una y otra vez como si quisieras confirmar que de verdad aquel niño esta jugando en semejante sitio o que en aquella casucha pueda vivir alguien. Y piensas, de verdad, que algo no funciona...
Quedamos tan impresionados que en una larga hora nadie articuló palabra.
No fue hasta que varios participantes del Dakar comenzaron a pasarnos cuando poco a poco fuimos recobrando la normalidad.

Para pasar a Senegal existen dos opciones. Una es la frontera de Rosso, lo más parecido a la cueva de Alibaba y los cuarenta ladrones. La otra es la de Diama, mucho más tranquila pero igual de cara. Nosotros optamos por la segunda   ya que pensábamos que nos saldría más barato en caso de problemas con el Carnet de Passage.  Cogemos el desvío en la entrada de la ciudad y nada más entrar en la pista un grupo de chavales cortando el paso y acompañado por un militar nos dan el alto. Nos dicen que tenemos que sacar el seguro para el coche. Uno de ellos dice ser agente de seguro y nos muestra una especie de carné. Nos piden 70 euros por un seguro para un mes o 50 por diez días. Todo nos huele a chamusquina pero el militar y uno que dice ser policía va subiendo el tono poco a poco hasta llegar a gritarnos que si no pagamos no pasamos. Cuando la cosa va cogiendo tintes nada agradables, nos montamos en los coches y amenazamos con volver a Rosso a por un superior que nos asegure que de verdad tenemos que pagar algo. Cuando el militar ve nuestras intenciones nos muestra una sonrisa y nos hace el gesto de que prosigamos.
No andamos ni tres kilómetros cuando nos encontramos a uno de los camiones del Dakar que nos habían pasado por la carretera, haciéndonos señas para detenernos.  Nos preguntan que si nos habían parado y si de verdad teníamos que pagar algo. A ellos les había ocurrido lo mismo y cuando la cosa se puso cruda optaron por montarse en el camión y salir a toda pastilla saltándose el control. 

El camión resultó ser uno de los Iveco oficiales de carrera,
El piloto era Miki Biason el piloto del Campeonato de Mundo de Rallies, acompañado por un excopiloto de Servia y su mecánico. Se habían retirado dos días antes con el cambio roto y se encontraron con que la frontera de Rosso estaba cerrada. No sabían donde estaba el paso de Diama por lo que nos dejaron pasar delante e hicimos el camino juntos hasta la frontera.
         Llegamos al paso fronterizo bien entrada la noche, varios coches esperando nos hizo pensar lo peor. Un decreto de 2003 prohibía entrar en el país coches con una antigüedad superior a cinco años sin el dichoso Carnet de Passage. Los italianos del camión sabían de nuestro problema por lo que cuando llegamos al puesto de la policía nos dijeron que entráramos con ellos. Los gobiernos por donde pasa el Rally suelen dar órdenes a los pasos fronterizos para que no pongan demasiadas pegas a los participantes. Ésto no siempre se cumple, pero esta vez fue distinto.
         Nos sentamos en el interior del puesto. Todos callados menos Miki Biason que coge los pasaporte de los siete y se los presenta al policía. El dossier del Dakar puesto en lo alto de la mesa y el italiano presentándonos: Un camión de carrera Iveco con sus tres ocupantes y dos Mitsubishi españoles con más de diez años en sus chasis como ¡coches de asistencia! del camión. El policía sella los pasaportes ¡ Y nos da la bienvenida a Senegal!.
¡Estábamos dentro! Gracias Miki.   


La frontera que más quebraderos de cabeza no iba a dar y en apenas 15 minutos atravesamos y encima con rebaja en el cruce del puente. Por el precio de uno, veinte euros, pasamos los tres vehículos.  Quedamos con los italianos en vernos en Dakar y pusimos rumbo a Saint Louise.

Es difícil comprender, hasta que no lo ves con tus propios ojos, como una simple frontera pueda separar dos mundos tan distintos. Si Mauritania tiene mucho de desolación, pobreza y el carácter más introvertido de sus gentes, sus vecinos del sur son todo lo contrario, la alegría en sus rostros, sus ganas contagiosas de vivir y su predisposición a no preocuparse por el mañana y vivir el presente, producen en ti un efecto que tarda en diluirse mucho tiempo después de volver del viaje.

En tiempos de la colonización francesa Saint Louise se consideraba una de las perlas del África Occidental.  Asentada en la desembocadura del río Senegal, y unida por varios puentes, uno de ellos construido por Eiffel y llevado allí por error, mantiene, aún hoy en día, restos del esplendor que tuvo en su época. Cenamos en el Hotel La Poste, donde Theodore Monod hizo arrodillar su camello después de atravesar todo el Sahara y recuperamos fuerzas, durante varios días, en el Hotel Dior en el Parque de la Lengua de la Barbarie, otro punto de encuentro para viajeros.

Ya solo nos quedaba la última etapa, 260 kilómetros, e igual que los pilotos del Rally soñábamos con ver las aguas rosas del lago.
Instalamos las tiendas muy cerca del Lago y nos fuimos a la playa a disfrutar de un estupendo baño en sus turquesas aguas.   

Al día siguiente llegarían los participantes y no podíamos perdérnoslo, por lo que debíamos de aprovechar para cumplir con otro de los objetivos del viaje.
La Institution Notre Dame lleva más de 35 años ayudando a los que más lo necesitan y Sor Asunción una burgalesa que lleva más de 30 años en el país nos recibió con las manos abiertas. Hicimos entrega de todo el material que llevábamos desde España y que a su vez la institución se encargará de repartir entre ONGs que trabajan allí.

Con todos los objetivos cumplidos, disfrutamos de lo lindo en el parque cerrado del Hotel Meridien President viendo a los maltrechos privados y a las diferentes escuadras oficiales dando los últimos toques a los coches. Saludamos a los españoles que seguían en carrera y nos marchamos a nuestras tiendas.

Hoy era el día grande. Dakar ,y el Lago Rosa en particular,  vestía sus mejores galas. Desde muy temprano coches y camiones todo terreno iban y venían llevando a clientes invitados por las marcas o patrocinadores. Nosotros nos separamos un poco huyendo de la muchedumbre y admiramos como los primeros corredores llegaban.
 Nos acercamos al parque cerrado y a la entrega de premios y felicitamos a Nani Roma por su prometedor sexto puesto.

Ya por la tarde emprendimos el camino de vuelta. Nos quedan casi 4000 y estaremos en casa.

CARTOGRAFIA:

MICHELIN MARRUECOS 959
MICHELIN AFRICA NORTE Y OESTE 953. Con este solo mapa podremos realizar todo el viaje. Se trata de una verdadera “Biblia” para africanistas.
ONC J-1
TPC J-1C

GUIAS:

Lonely Planet West África (Inglés), la más completa.
Lonely Planet Marruecos (Español)
La Guía del Trotamundos Marruecos

INTERNET:

www.sahel-aventuras.com
www.africaclub.com
www.saharaoverland.com

BIBLIOGRAFÍA:

-Maxence en el desierto. Theodore Monod. Muchnik Editores.
-Relatos del Marruecos Español y
-Relatos del Sahara Español. Varios autores. Cuentos de Clan.
-Camelladas. Theodore Monod. Terra Incógnita. Olañeta Ediciones.
-Los otros españoles. Ismael Diadie y Manuel Pimentel. Mr Ediciones.
-Hijas de la arena. Ana Tortajada. Editorial Lumen S.A.

PERMISOS  Y VISADOS:

MARRUECOS:

-Pasaporte en vigor.
-Documentación del coche.
-Carta verde del seguro.
-Autorización por escrito del dueño del coche si no está a nuestro nombre.


SAHARA OCCIDENTAL:
-Llevar al menos 40 fotocopias con todos los datos de los miembros del viaje y la documentación del coche.

MAURITANIA:

-Pasaporte en vigor con una caducidad inferior a 6 meses.
-Visado. Se puede tramitar en Casablanca, 30 euros,  en la misma frontera, 54 euros, doble entrada 80 euros, o en la embajada del país en Madrid.
Si pensáis entrar en Senegal que os especifiquen en el pasaporte que es de doble entrada, si no tendréis que volver a pagar.
En Nouadibou se debe contratar un seguro por los días que vayamos a estar en el país.
-Carné de conducir internacional. Se tramita en las Jefaturas de Trafico, precio: 8 euros.
-Cartilla de Vacunación Internacional. Debéis acudir a los centros de Medicina Exterior de cada ciudad o a vuestro médico de cabecera. Es obligatorio la de Fiebre amarilla y profilaxis contra la malaria.

SENEGAL:

-Pasaporte en vigor con caducidad inferior a 6 meses.
- Para los ciudadanos españoles no hace falta visado.
-Carné de conducir internacional.
-Cartilla de Vacunación Internacional.
-Carne de Pasaje para el coche.  Lo tramita el RACE y debéis entregar una fianza por el valor del coche que os será devuelta cuando volváis.  
Otra opción es entrar como asistencia de algún participante del Dakar. Pero como seamos muchos van a terminar dándose cuenta. 

COORDENADAS G.P.S.

                     -Layoune Port. Hotel Josefina. (Detras de Dipromer)
2705,728    1324,996
                          -Tropico de Cancer                      237,0000  1557,6296
           -                       -Motel Barbas                                  2203,2620  1644,8380
           -                       -Frontera marroquí                          2125,3972  1657,4681
           -                       -Frontera mauritana                         2117,1400  1657,9467
           -                       -Seguro Mauritania                         2054,803    1703,055
                    -Guergarat                                      2125,04      1657,04
                    -Banc Dárguin                                1921,3866  1630,7016
                    -Nouamghar                                   1921,20      1630,80
                    -Nouackchott centro ciudad.     1805,9        1558,04
                    -Desvio Frontera Diama                1645,87     1606,59
                    -Frontera Diama                   1613,26      1624,87



ALGUNOS PRECIOS

-Ferry Algeciras-Ceuta ida y vuelta                 186 euros
-Seguro Mauritania                                             23 euros
-Tasa entrada Mauritania                                  20 euros
-Tasa entrada Banc de Argüin                           10 euros
-Puente Diama                                                     20 euros
-Tasa Senegal                                                      10 euros
-Estacionamiento Rosso                                   1000 CFA
-Barcaza Rosso                                                  3500 UM
-Visado Mauritania (Frontera)                         50 euros
-Parque D´Djoudj                                                 3 euros
-Policia y Aduana Senegal                                10 euros
-Sahara Occidental Combustible:
  Gasolina                                                     0,50 euros litro
  Gasoil                                                          0,29 euros litro
- En Marruecos, Mauritania y Senegal similar a España. 


AGRADECIMIENTOS

Cuando nos pusimos en contacto con  SSL Health Care Brands, la empresa que comercializa los preservativos Durex y le contamos nuestro proyecto, no dudaron en ayudarnos. Sabedores de lo que el sida esta provocando en África nos cedieron desinteresadamente 2000 preservativos. Igual que el laboratorio farmacéutico Nutradiet que aportó material escolar y camisetas. Así mismo Creanatura colaboró con cientos de paquetes de semillas que ayudaran a paliar un poco los desastres de las langostas y por último Transportes y Construcciones Borrero Gómez que  aportó material deportivo. 

Texto: Juan P. Ponce Anguiz
Fotos: José Olivero, Juan P. Ponce Anguiz




 Revista El Mundo 4x4 nº 8

EXPEDICIÓN BIBERÓN 2004

MARRUECOS EN TODOTERRENO… CON NIÑOS.

Hay quien, aun conociendo Marruecos, Túnez u otros países del Norte de África se resiste a embarcarse en un viaje de aventura en todo-terreno, acompañados de los más pequeños de la casa.
Nosotros lo hicimos.
Queríamos que este verano fuera diferente y teníamos decidido que los niños nos acompañarían. Pensábamos que era una forma de comprobar si era factible y en caso contrario siempre habría la posibilidad de darse la vuelta.

El país, por supuesto, sería Marruecos, por proximidad, por variedad de paisajes y por que, para la mayoría de los adultos que viajábamos, nos sentíamos enamorados de él.

El itinerario debía combinar los circuitos turísticos clásicos con las rutas solo aptas para vehículos todo terrenos. A su vez deseábamos que el recorrido fuera lo suficientemente atractivo para que motivara, con todo terreno o sin él, a seguir nuestros pasos y bajar al siempre atractivo Sur en compañía de los peques.

Para hacerlo no se necesita una preparación excesiva y suprimiendo las zonas de dunas o las pistas del Atlas es perfectamente realizable con un turismo.
Nosotros llevamos dos todo terrenos casi de estricta serie sólo reforzados en cuanto a suspensión, por la carga que debíamos transportar, y algún bidón extra de combustible, por si acaso, para las zonas del Atlas. También iban equipados con sendos GPS que al final prácticamente ni utilizamos.
Debíamos ser autosuficientes ya que serían los niños los que marcarían el ritmo de cada etapa y llevamos útiles de acampada por si la noche nos sorprendía o estuvieran demasiado cansados.

Con todo preparado salimos de Huelva un Toyota HDJ 80 con dos adultos y Manuel de cuatro años y un Mitsubishi Montero con los padres de Paula de tres y medio y la “Terminator” del grupo Covadonga de uno y medio.

Tres mil kilómetros por delante en los que encontraríamos infinidad de paisajes: desde las rotas pistas del Atlas hasta la esterilidad mas absoluta del desierto, desde la bulliciosa Marrakech hasta perdidas aldeas de ocre adobe a las que no llega ni la corriente eléctrica.

Inconcebibles contrastes que se encuentran a tan solo catorce kilómetros de la Península Ibérica, pero que pese a su proximidad nos es una total desconocida.

CAMINO DE MARRAKECH.
Comenzamos el viaje un viernes a las tres de la tarde, con el objetivo de cruzar el estrecho por Algeciras hasta Ceuta lo antes posible y parar a dormir ya en Marruecos. Estamos en pleno mes de Agosto y sabíamos que pasar la frontera nos podía llevar una cuantas horas. Al final lo conseguimos solo en dos, todo un record para los que se estila en el país vecino. Marruecos cambia día a día y eso se nota hasta en la frontera. Lo que antes era un insufrible trámite, con pseudo guías ofreciéndote mil y un servicios ha pasado a la historia. Ahora sólo esperas dependiendo de lo congestionada que esté, pero puedes estar tranquilamente en las colas sin que nadie te acose.

Nos alojamos en el Hotel Ibis de Tetuán. Esta cadena de hoteles los utilizaríamos a menudo a lo largo de todo el viaje ya que ofrecen una relación calidad-precio muy buena.

Al día siguiente nuestro objetivo era Marrakech. Llegamos entrada la noche y nos costó encontrar habitación ya que la ciudad estaba tomada por turistas. Con una temperatura a las doce de la noche de 43º lo más ideal no era estar en el último piso recalentado de un pequeño Hotel que para colmo no tenía aire acondicionado pero son los riegos de viajar por tu cuenta y en teoría ésto era un viaje de aventura.

La visita a la plaza Djema el Efna era obligada y nosotros no íbamos a ser menos. Esta plaza es el centro del universo marroquí. Quien no la ha visitado no conoce Marruecos. Junto a los innumerables puestos de comida y de zumos de naranja se agolpan encantadores de serpientes, aguadores, contadores de cuentos, tatuadoras de henna, herboristas, sanadores, grupos de músicos y bailarines que ofrecen sus servicios a cambio de una cuantas monedas. Además de miles de turistas...



Existen relatos de viajeros que pasaron por aquí hace quinientos años y en esencia sigue siendo la misma. Antiguamente se le consideraba la puerta del desierto y era el punto de encuentro o el mercado de las gentes del Atlas con los habitantes del Sahara. Oro y camellos de Tombuctú, sedas de Persia, esclavos y marfil del lejano país de los negros o mercancías de la lejana Al Andalus, pasaban de mano en mano de mercaderes que viajaban durante meses para poder hacer sus negocios.

Aquí los niños comenzaron a disfrutar del viaje pateando por entre los puestos y correteando entre los bancos del puesto de comida en el que nos sentamos. Manuel, el mayor de ellos, terminó bailando en el centro de un grupo de músicos imitando a su aire la forma de moverse de los bailarines, arrancando una sonrisa a los que allí se encontraban.

Los marroquíes suelen considerar a los niños y a los ancianos de una forma muy especial y en numerosas ocasiones se acercaban simplemente para darle un beso

u ofrecerle una carantoña. Paseamos por el zoco y admiramos los mil y un colores, sabores y olores que han hecho famosa esta plaza.
Después de saborear un té a la menta, cosa obligada por aquí, nos fuimos al hotel, ya que al día siguiente comenzaría de verdad la aventura.



EL CRUCE DEL ATLAS.
Antiguamente las caravanas de camellos solían dar tres vueltas antes de iniciar el viaje para alejar a los Djin (malos espíritus) de la travesía. Nosotros como no podía ser menos seguimos la tradición y la explanada de enfrente del hotel sirvió para cumplir con el ritual.

Enfilamos la carretera de Ouazarzate cuando todavía no había amanecido y por el camino comenzamos a encontrarnos con todo terrenos cargados de turistas en la misma dirección que la nuestra.

En invierno las cumbres del Atlas se muestran nevadas y algunos caminos están intransitables, en verano esto no ocurre pero es posible ver algunos neveros donde el sol no pega muy fuerte. Aun así la temperatura baja significativamente, cosa que nosotros agradecemos.

Llegamos al alto de Tizi-n-Tichka, situado a unos 3500 metros de altura y cogimos el desvío hacia Telouet. El asfalto se va degradando por momentos hasta que, a unos treinta kilómetros, desaparece por completo. En las ocasiones que nos cruzamos con otro coche hay que hacer verdaderos malabarismos para que pase. El paisaje se vuelve agreste y pequeñas aldeas de adobe nos hacen salir de la monotonía de la pista. Los niños salen a nuestro paso pidiendo caramelos, bolígrafos o cualquier otra cosa.

Estamos siguiendo la antigua ruta de las Kasbahs, antiguas fortificaciones de adobe a modo de nuestros castillos. Esta ruta era una de las mas duras para atravesar el Atlas pero también la más corta, por lo que no eran pocas las caravanas que se arriesgaban a realizarla. El señor de la Kasbahs solía cobrar un tributo por la protección y por permitir atravesar sus tierras. Era así, que algunos llegaron a tener igual poder que el sultán de Marrakech e incluso en tiempos de la colonización francesa, estos intentaban no inmiscuirse demasiado, más allá del Atlas, otorgando cierta independencia para ellos.

Llegamos a una aldea pequeña pero de la que sobresale una construcción que nos llama la atención. Es una de las Kasbah Glaui. Estamos en Telouet. Su exterior esta semiderruido e incluso adentrarse por algunas zonas puede ser una temeridad. Bordeamos con los coches su planta y nos adentramos en lo que en tiempos sería el patio para las bestias. A nuestro paso sale un individuo que nos abre la puerta con una descomunal llave. Es el guía. Una estera y una garrafa con agua parecen ser todas sus pertenencias. En francés nos da la bienvenida y nos hace pasar al interior.



Esta Kasbach perteneció al Gran Señor Glaui, sultán de Marrakech, y hasta hace unos cincuenta años estuvo habitada. Nos lleva por destartaladas escaleras y muros apuntalados durante un buen rato, hasta que llegamos a las estancias del sultán. De la nada aparecen paredes ricamente labradas, retablos de madera que se pierden en el techo, arabescos de yeso de varios metros de longitud. Los niños corretean por las frescas habitaciones mientras que los mayores, asombrados, terminamos con dolor de cuello de tener la cabeza inclinada hacía el techo.

Era difícil no imaginarse cómo tenía que ser de bella cuando estuvo habitada. La pena que si alguien no lo remedia terminará derruyéndose por completo.

Pagamos unas monedas al guía y continuamos nuestra marcha. Uno de los coches comenzó a tirar agua del radiador por lo que tuvimos que parar para solucionar el problema. Afortunadamente desde España llevábamos un buen stock de herramientas y pudimos soldar una de los mangos que se había perforado.

De los todo terrenos que nos encontramos al principio de la ruta ya no quedan ni rastro. Normalmente dentro de los paquetes turísticos suelen entrar visitas a algunas de las kasbahs pero hay muy pocas compañías que lo realicen al completo. Ésta es una de las ventajas de viajar con tu propio coche.

Pasábamos por caminos arrancados a la montaña, bordeando precipicios de varios cientos de metros y en el que los coches pasaban a duras penas. Solo muy de tarde en tarde aparecía algún pastor con su rebaño de cabras o un aldeano a lomos de burro.



Casi al atardecer llegamos a la kasbahs más famosa de Marruecos, la de Ait Benhaddou. Si ha visto en el cine “Gladiator”, “Laurence de Arabia”, o alguna de las pelis de Indiana Jones, éste es el escenario. De hecho en la cercana ciudad de Ouazarzate se encuentra el Hollywood marroquí y hay una floreciente industria a su alrededor encargada de elaborar decorados o simplemente como extras en las numerosas películas, casi todas de producción norteamericana, que se ruedan en sus alrededores.

Hasta aquí llega el asfalto dado su proximidad con Ouazarzate y en sus alrededores numerosos turistas bajan de atestados autobuses en rápida visita para proseguir su ruta.

Nosotros llegamos cansados. Las polvorientas pistas ya van marcando las carrocerías de los coches e incluso el cabello con el paso de los kilómetros va cogiendo una tonalidad blanquecina. Necesitábamos una ducha. Y quizás esta era la ultima oportunidad de pasar una noche en una confortable cama por varios días.

En el hotel coincidimos con un viajero austriaco que se encontraba realizando un periplo por el país también con un niño pequeño. Intentamos infructuosamente hablar con él, pero al parecer llevaban dos días sin salir de la habitación descansando de la paliza que se habían metido.

Antes de acostarnos tocaba revisión de los coches. Al día siguiente podía tener la etapa más dura del viaje, sin contar las de las dunas, enteramente montañosa y seguramente nos veríamos en la necesidad de acampar en las montañas.

Salimos amaneciendo camino de las gargantas del Dades. Pensábamos llegar hasta una remota aldea llamada Agoudal en lo más profundo del Atlas y bajar por Tamtattouchte hasta las gargantas del Todra.


Hace unos diez años ya realizamos esta misma ruta, aunque ahora las cosas habían cambiado y mucho. Entonces lo hicimos en un viejo Jeep con unas ballestas que te rompían los riñones en cada bache y que gastaba en gasolina lo que nos ahorrábamos en hoteles. Ahora pese a disponer de un vehículo más cómodo y mucha más experiencia en viajes de este tipo, llevábamos a los peques con nosotros y eso te hace extremar las precauciones obligándote en cierta manera a no arriesgar demasiado, privándote, quizás, de llegar a sitios que de otra forma harías.

Aun así la ruta es inigualable. Comenzamos ascendiendo por una serpenteante carretera hasta llegar a una cota de 2500 metros de altitud. A lo lejos identificamos montañas que nos hacen compañía en las primeras horas del día. Distinguimos el Moha Ou Ayachi de casi 3000 metros y otras de las que desconocemos los nombres, y que no figuran ni en los mapas, pero que parecen igual de altas. La vegetación ha desaparecido por completo, solo en la zona donde serpentea el río los árboles, palmeras y esporádicos cultivos aparecen con un verde lujurioso.

Sobre el medio día nos encontramos con cinco Land Rovers ingleses que vienen haciendo la ruta en sentido inverso. Ellos no han llegado hasta Agoudal evitando los últimos y más rotos kilómetros. Los coches parecen sacados de cualquier reportaje sobre el Camel Trophy con todos los extras imaginables y nos miran como si estuviéramos locos al ver a los tres niños. Nos despedimos deseándonos buena ruta.

Solo llevamos varias coordenadas en los GPS y rápidamente nos damos cuenta que van a ser insuficientes ante las innumerables pistas que se entrecruzan. De todas formas estábamos tranquilos porque teníamos los bidones auxiliares de combustible llenos y sabíamos que tarde o temprano encontraríamos la pista correcta.

La ruta continuaba ascendiendo, y en algunos puntos pareciera que volaras, ya que te encuentras literalmente en la parte más alta de la montaña y a tu izquierda y derecha solo el vacío del precipicio. En una ocasión atravesamos un valle que te hacía dudar de si estabas en África o te habías trasladado a los Alpes Suizos. Un manto verde cubre toda la ladera, totalmente impropio para estas fechas y un pequeño riachuelo arrastraba agua helada proveniente de las cumbres. De vez en cuando aparece un pastor vestido con jersey de lana y se acerca corriendo al coche pidiendo cigarrillos, caramelos o cualquier otra cosa que le demos. Otros utilizan otra forma más sutil de hacerte parar. Bloquean el camino con una gran piedra que antes han hecho caer desde la ladera obligándote a detenerte. Mientras que paras y la retiras o estudias cómo pasar, a él ya le ha dado tiempo de bajar corriendo y lo tienes al lado del coche pidiéndote de todo.

Debíamos descender hacía el suroeste y ya llevábamos varios kilómetros buscando la pista correcta. En un cruce de caminos, una de ellas tomaba esa dirección por lo que pensamos que sería la nuestra. Avanzamos durante unos seis kilómetros por una garganta cuando de repente la pista desparecía delante de una descomunal pared de piedra. No se podía seguir.

Fue al dar la vuelta cuando nos dimos cuenta. En uno de los laterales aparecía el cauce seco de una cascada que nacía en lo más alto de la pared. Solo un hilillo de agua indicaba cual era su recorrido pero las huellas en la pared desgastada probaban sobradamente cual grandiosa debía de ser en el deshielo.

Prometimos volver algún día para contemplarla cuando estuviera en su máximo esplendor.
Se nos estaba haciendo de noche. Una preciosa luna moruna hizo su aparición en medio de un cielo plagado de estrellas. Las cumbres de las montañas se entrecortaban con el perfil de la noche y el camino iluminado por los haces de luz del coche era lo único identificable en la oscuridad.

A lo lejos unas luces mortecinas nos anunciaron la proximidad de Agoudal. La aldea son unas pocas casas de adobe partida en dos por la pista. Preguntamos para cerciorarnos y ponemos rumbo sur.

La pista es muy rápida, nada que ver con la que traíamos y nos permite avanzar a buen ritmo. Pensamos que sobre las dos o las tres de la mañana podemos llegar a la entrada de las gargantas del Todra donde sabemos que hay varios pequeños hoteles ya que los niños se encuentran un poco fatigados y pensamos que descansarían más en una buena cama.

Hace diez años Tamtattouchte era una pequeña aldea despoblada de apenas quince casas. Hoy en día el asfalto muere en esa población. Y con el asfalto llegó la civilización. Desde lejos, varias luces nos indicaban que un gran generador estaba por allí funcionando. Rápidamente empezamos a buscar en las guías que teníamos y en la de Lonely
aparecía un único albergue que encima aparecía recomendado por lo singular de su dueño. Sin pensarlo dos veces no quedamos.

Hammed era el dueño y desde el primer momento nos trató como a reyes. Cenamos bajo una jaima que hacía las veces de restaurante y en los postres Hammed y sus empleados/amigos comenzaron a sacar toda clase de tambores, timbales y panderetas. A la fiesta se unieron dos chicas que nos hicieron una demostración de cómo se menea el cuerpo por estos lares. Con el generador apagado, para economizar combustible, y a la luz de unos candiles, Hammed hizo de maestro de ceremonias. Él cantaba una frase en bereber, acompañado del frenético ritmo de los timbales, y nosotros la repetíamos provocando la risa de los allí presentes. La fiesta duró hasta altas horas de la madrugada y hasta los niños, pese al cansancio, estuvieron bailando hasta caer derrotados.

Fue el final perfecto a una jornada increíble.
Para quien le interese el albergue se llama Baddou y las coordenadas son
N31º 40´220´´ W 5º 32´900´´.

CAMINO DE LAS DUNAS.
Desde aquí enlazamos por carretera hasta las dunas de Merzouga. El Hotel Xaluca, en Erfoud sería el centro de operaciones durante tres días y aprovechamos para desplazarnos por el interior de Erg Chebbi sin el agobio de llevar los coches sobrecargados. Los niños podían disfrutar de la piscina al mismo tiempo que los padres soltaban adrenalina.


Erg Chebbi se ha convertido con el paso de los años en una meca todoterrenera para los aficionados de la península y ahora no iba a ser menos. Si bien el asfalto le ha robado algo de encanto, todavía sigue siendo “el desierto más cerca de casa” y eso se nota, sobre todo en temporada alta.

Bordeamos el bucle de arena al completo y nos internamos en busca de las jaimas que se encuentran al pie de la gran duna. Los niños alucinaban con el subir y bajar de los coches y disfrutaban de lo lindo cuando, en alguna parada, aprovechaban para rodar duna abajo o a lo lejos veíamos algunos camellos y nos acercábamos para verlos.

Ya a la mañana siguiente emprendimos camino hacía Mekines para posteriormente cruzar la frontera.
Lejos de ser un engorro el llevar a nuestros hijos en viajes de este tipo puede ser una experiencia muy enriquecedora para ellos y para nosotros los padres.

Quizás disfrutarían más en un viaje a EuroDisney y hay que echarle imaginación para que no se aburran de tanto coche. Pero si se consigue, seguramente guardarán en su memoria paisajes, gentes y sensaciones que a buen seguro nunca les dará ningún parque temático. Texto y Fotos: Juan Pedro Ponce Anguiz.





EN LA PRACTICA:
Cuando Paula, mi hija de tres años y medio, preguntó a unos 16 kilómetros de salir de casa si faltaba mucho para llegar, un escalofrío recorrió mi espalda.

Lógicamente un viaje de este tipo necesita una planificación mucho mayor de lo habitual. A las típicas planchas, Hi-Lift, aceites, y repuestos tendremos que añadirles sus juguetes preferidos, cuentos, CDs infantiles, lápices de colores y si cabe la posibilidad, sustituir el Ozi Explorer por “Buscando a Nemo” o “La Bella y la Bestia”.

Para las largas rutas del Atlas instalamos una cama encima del asiento trasero con sus almohadas y los niños iban tumbados, dormidos o viendo una película en el ordenador ajenos totalmente al ajetreo del coche. Unos cristales tintados o simplemente unas toallas en las ventanillas dan la suficiente intimidad para que duerman durante horas haciéndoles más llevadera la ruta.

Aun así no debemos escatimar en paradas e incluso hacerles partícipes del viaje encomendándoles alguna misión.

No debemos olvidar que ellos también deben disfrutarlo y que no recordarlo como una paliza, de forma que no quieran ni volver a hablar de repetir la experiencia.

SALUD.
No está de más que antes de emprender un viaje de este tipo, por mucha experiencia que tengamos, hablemos con el pediatra de los niños y le comentemos nuestro propósito. Para visitar Marruecos no es necesario ninguna vacuna pero sí es recomendable extremar las precauciones en cuanto al agua y la limpieza de las verduras que tomemos y estar al día con el calendario de vacunación correspondiente a su edad. De los tres niños que viajaron, Covadonga de un año y medio, se alimentó siempre de potitos y platos preparados comprados en España. Paula y Manuel comieron siempre comidas del lugar, bebiendo, por supuesto, siempre bebidas embotelladas y agua mineral.

El botiquín también deberá engordar un poco añadiendo las medicaciones del niño, si la tuvieran, e igualmente analgésicos, antipiréticos, antibióticos, repelentes de insectos, etc en presentaciones pediátricas. Las farmacias marroquíes suelen estar muy bien aprovisionadas pero nunca está de más el que llevemos un mínimo en el coche.

El agua mineral debe estar siempre presente en el viaje, sobre todo si es en verano, y estar pendiente de que beban suficiente líquido a lo largo del día.

No exponerse al Sol durante mucho tiempo y utilizar cremas protectoras y gorras.

Por supuesto deberán viajar en sillas o elevadores acordes a su edad y en caso de instalar una cama en la parte trasera, como hicimos nosotros, habituarlos a que duerman con el cinturón puesto. Con un poco de práctica, ni lo notan. Extremando la precaución y sólo utilizándolo en pistas en las que el ritmo sea muy lento.






Revista El Mundo 4x4 nº 25.
EL CORREDOR CRETENSE.
Durante la ocupación alemana, en la Segunda Guerra Mundial, se creó un movimiento de resistencia que trajo de cabeza a los nazis. Entre ellos destacaban los valerosos “corredores” que pasaban información a los aliados a pie a través de las montañas.
Las paginas de un libro titulado The Cretan Runner  (El corredor cretense) fue el que nos hizo plantearnos la posibilidad de si sería posible seguir las antiguas pistas utilizadas por ellos y de paso disfrutar de esos rincones escondidos que ofrece al viajero.

Dos Toyotas Hdj 80 eran esta vez nuestros compañeros de viaje  y pese al fuerte ritmo que más de una vez llevaron por las autopistas francesas e italianas cumplieron holgadamente el propósito.

Lo malo de hacer un viaje a las islas griegas es el largo desplazamiento por carretera antes de cruzar su frontera y más nosotros que salíamos desde la otra punta de la piel de toro, desde Huelva.

Cruzamos España y Francia lo más rápido que pudimos, no sin antes contribuir a incrementar los ingresos del estado en los numeroso peajes que hay que cruzar, antes de parar en Genova, donde hicimos la segunda noche. El día siguiente nos propusimos echarlo en Venecia. No se puede pasar de largo de la que dicen es la ciudad más bonita del mundo .

Como era de esperar, estaba atestado de turistas. Paseamos por su famosa Piazza de San Marco y cruzamos el fotografiado puente de los suspiros. Esta misma plaza ha sido testigo mudo de innumerables partidas de viajeros que se lanzaban a descubrir tierras desconocidas. Sus protagonistas solían pasar la noche en la basílica, en oración,  suplicando la buena ventura para su empresa.
Nosotros no llegamos a tanto y preferimos  devorar unas cuantas pizzas y una excelente pasta y nos fuimos a descansar al hotel.
Hoy nos tocaba etapa maratón hasta el sur de Italia. Y como ya iba siendo costumbre pagando peajes descaradamente caros. Los dos Hdj 80 mantenían una media muy buena que solo se alteraban cuando alguna borrasca pasajera nos hacia levantar el pie del acelerador por el poco agarre de las Mud Terrain sobre agua.
Desde Italia existen varios puertos de partida hasta Patra o Corfu en Grecia. Brindisi en el extremo sur de la bota ha sido durante años el más utilizado pero poco a poco Ancona, más al norte,  ha ido cogiendo protagonismo y en la actualidad es el puerto en el que operan más líneas de ferry. También se puede embarcar en Venecia pero aparte del coste del billete, mucho más caro, solo hay dos servicios semanales y suelen llenarse por lo que es conveniente reservar desde España.

Nosotros teníamos la intención de embarcar en Brindisi pero mientras avanzábamos leímos en una de las guías que se podía hacer desde Bari a unos 100 kms. y que esa misma noche salía un barco con escala en Corfú, nuestro primer destino. Teníamos apenas una hora para recorrer los 120 kms. que nos quedaban, encontrar el puerto, sacar los billetes y embarcar. Los turbos de los Toyotas silbaban de lo lindo por la autopista y entramos en la terminal del ferry como si fuera  un control de paso obligatorio. La oficina de billetes se encontraba bajando la reja cuando, literalmente, nos metimos dentro. A la chica casi le da un pasmo pero refunfuñando nos dijo que embarcáramos.¡Lo habíamos conseguido.!
Si los viajes sirven para descargarte del estrés acumulado el resto del año, esté, desde luego no lo estaba siendo. Para colmo el barco atracaba en Corfú a las cinco de la mañana por lo que no tendríamos tiempo ni de descansar.
El personal de a bordo nos aviso que estuviéramos preparados para cuando tocáramos tierra, lo que no sabíamos es que éramos los únicos que nos bajábamos y casi nos tiran por la borda con tal de no perder tiempo. Para colmo el barco llegó con  dos horas de adelanto por lo que nos encontramos en medio de la noche y salvo unos cuantos bares de copas, toda la ciudad desierta.
Al vigilante del camping le sorprendió a la hora en la que nos presentamos pero no puso objeción a que pasáramos la noche, eso si, sin montar las tiendas hasta que amaneciera.
Las islas Jónicas  parecen más italianas que griegas. Kerkira, Corfú en griego, es una de las islas más verdes y tiene varias zonas de buceo que hacen las delicias de los amantes de este deporte. Pese a que es una zona eminentemente turística los precios no son tan elevados como su vecina Italia y sus gentes perecen tener un carácter más parecido al nuestro.
Bordeamos completamente la isla  parándonos en pequeñas calas de aguas transparentes que se encontraban hasta la bandera de gente.
Corfú capital es preciosa. Pasear por su barrio veneciano o tomar un café, en la vieja fortaleza, en el “Plo”, que significa literalmente junto al mar, son experiencias muy gratificantes. 
Pasamos tres días en la isla, pero ya teníamos ganas de coche y de escapar de las hordas de turistas. Queríamos tranquilidad y si era posible algo de 4x4.
Por la mañana embarcamos en el ferry que nos llevaría hasta Igoumenitsa en el continente. El destino era los increíbles monasterios de Meteora.

Hace unos años la A.A.A. (Asociación Automovilística Americana) como el RACE aquí, hizo una encuesta entre los socios que habían viajado a Europa, para elegir la portada de la guía que la asociación publicaba sobre los países del continente. Entre todos los monumentos, parques naturales, etc. resultó elegido el monasterio de Aguis Varvaras Rousanou, en Meteora.

Para conocer los monasterios se puede hacer una pequeña ruta que nace desde la pequeña población de Kastraki. Solo hay que localizar la pequeña iglesia en el centro del pueblo y seguir la calle hasta que el empedrado desaparece. La ruta no es muy larga y salvo que haya barro, carece de dificultad,  pero llega un momento que la anchura de la pista impide continuar y tendremos que proseguir por asfalto. Nos encontraremos con gente haciendo treking que la hace al completo por lo que deberemos estar atentos y respetar su paso.

Meteora significa “elevado en el aire” y es una realidad cuando ves donde se encuentran las construcciones. Todo el conjunto está declarado Patrimonio Mundial y se dice que sus cavernas están habitadas desde el Siglo XI. Pero no fue hasta el XIV cuando huyendo de las invasiones turcas, los monjes se instalaron en los pináculos más altos y construyeron verdaderas fortalezas inexpugnables. Antiguamente  el acceso solo era posible por medio de cabrestantes e incluso en uno de ellos todavía lo tienen operativo.

El mayor de todos es el Megalou Meteora  gracias a las donaciones de su benefactor el emperador serbio Simeón Urus que le legó todos sus bienes y se hizo monje. En su interior se pueden ver manuscritos del siglo XII y la forma de vida de sus habitantes así como los frescos de la bóveda que relatan la persecución que sufrieron los cristianos por los romanos.
Los monasterios de Meteora cogieron fama mundial a raíz de que uno de ellos, el Aguias Triados, saliera en la película de James Bond Solo para sus ojos, y todos los operadores turísticos los incluyeran en sus rutas.

Desde este último también es posible realizar una pequeña ruta para volver a Kastraki pasando por la población de Kalambaca para hacerlo preguntad por el monopati en los alrededores del monasterio y cualquier lugareño nos mostrara la entrada. Una vez en ella solo tendremos que seguir las indicaciones.           
Nosotros seguimos con el mismo ritmo y cuando amaneció ya nos encontrábamos camino de Atenas.
 Cuando viajamos por zonas “civilizadas” solemos alternar noches de hotel con camping ya que es una forma inmejorable de poder conocer a más viajeros y recabar información.  En Grecia una de las mejores opciones son las Domatia, pequeños alojamientos familiares parecidos a los Bed & Breakfast ingleses bastante económicos y normalmente limpios.
   Nos instalamos en la ciudad de Maratón en las afueras de la capital. Su camping se encuentra en primera línea de playa lo que ayudaba a bajar las altas temperaturas que estábamos sufriendo.         
Los días siguientes nos dedicamos a conocer la ciudad de la diosa Atenea. Desde lo Juegos Olímpicos del 2004 la ciudad ha sufrido una transformación que el visitante agradece. Hace unos años tenia fama de un trafico caótico que provocaba la desesperación  del que se aventuraba a viajar con su coche. Hoy nos encontramos innumerables avenidas de sentido único con indicaciones por todos lados y en caso de necesitarlo cualquiera que pase estará encantado de ayudarnos. No en vano el turismo representa una de las fuentes de ingresos más importantes del país y los griegos lo saben.

Nos dirigimos a Syntagma en el centro de la capital y donde se encuentra la mayor aglomeración de monumentos.
De la Acrópolis se dice que es el monumento antiguo más importante del mundo occidental y en realidad actúa como si lo fuera. Visible desde casi toda la ciudad y con el Partenón coronándola  es como un enorme faro para Atenas.  Dicen que los antiguos griegos elegían cuidadosamente la ubicación de sus templos para que estuvieran en enclaves idílicos en relación directa con la naturaleza y el mar, y este es uno de ellos.
El teatro de  Dionisio  y el de Herodes Ático, el Erecteion, el famoso porche de las cariátides, en reconocimiento de las mujeres que actuaron como modelos y que procedían de Karyes. Todo el conjunto esta declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO y a  buen seguro no defraudaran a nadie.
Necesitaremos un mínimo de tres o cuatro días si queremos visitar la mayoría de sus monumentos y empezar por la mañana temprano ya que Atenas en Agosto alcanza los 40º y en algunos de ellos no hay ni una pequeña sombra donde refugiarse.
Aprovechamos para hacer las gestiones para el ferry que nos llevaría hasta la isla de Creta. Por todo el centro de la ciudad encontraremos agencias de viajes que gestionan los innumerables trayectos y compañías que operan en el Egeo. Grecia es un país eminentemente marinero y sus cientos de islas tienen numerosas ofertas para viajar por ellas sobre todo en verano.

Embarcamos  en el puerto del Pireo uno de los más importantes del Mediterráneo, con un enorme trafico de ferrys, mercantes, petroleros y cruceros cargados de turistas que recalan aquí para acercarse a la capital.
También es una de las zonas más inseguras del país. Los burdeles inundan las calles ofreciendo sus servicios a camioneros y marinos de todos los rincones del mundo y no es nada recomendable perder los coches de vista.
Metimos los Toyotas en la panza del enorme ferry y desde la cubierta nos despedimos del continente. Nos quedaba por delante 14 horas de travesía nocturna hasta la ciudad de Heraklion.

Creta es una isla que ha descubierto el turismo en los últimos años, en comparación con sus vecinas Santorini o Mikonos, por lo que todavía es posible encontrar lugares donde no hay hoteles y playas medio desiertas.
Es la más grande y meridional de toda Grecia y en sus casi 250 kms. de largo coexisten multitud de paisajes, desde los típicamente costeros, alta montaña e incluso bosques de palmeras. Algunos tramos del interior recuerdan vivamente al atlas marroquí si no es por el omnipresente mar visible desde casi todas las cumbres.
El norte esta atravesado por una autopista que comunica toda la isla y es donde se encuentran la mayoría de los grandes hoteles concentrados sobre todo entre Heraklion y Agios Nikolaos.   
El oeste y sur de la isla es el más virgen. El llegar a algunos pueblecitos costeros solo es posible por barco o por intransitables camino colgados de las montañas. Y eso en realidad era lo que queríamos comprobar, si eran en verdad “intransitables”.
En ocasiones en los mapas solo aparecía el nombre del pueblo sin carretera ni pista que llegara. Luego sobre el terreno siempre existía alguna pista por la que proseguir pero la incertidumbre y la poca información que pudimos conseguir desde España nos hizo temer que en algún momento nos tuviéramos que dar la vuelta. Es increíble pero es más fácil encontrar un rutometro de alguna zona perdida de Mauritania que de esta parte de Creta. 
Nos dirigimos al oeste, a la pequeña ciudad costera de Kissamos. Montamos el campamento base en el Camping Mithymna. Un estupendo sitio lleno de viajeros provenientes de toda Europa. El camping se encuentra en primera línea de playa y tiene un afamado restaurante frente al mar que atrae clientes de toda la isla. Un sitio muy recomendable.
El dueño nos facilitó información del estado de algunas de las pistas y amaneciendo nos pusimos en camino.

            El primer destino era Elafonisi un cabo en el extremo suroeste de la isla que dicen es la playa más espectacular de toda Grecia. Para nuestro regocijo no hay hoteles en kilómetros a la redonda salvo un par de Domatia y varios restaurantes un poco antes de llegar. Elafonisi se encuentra a unos 50 kms de Kissamos por una revirada carretera de montaña. En su trayecto pasamos por pequeñas poblaciones Platanos, Sfinari, Kambos hasta que el asfalto desaparece. La presencia de varios turismos no hizo prever que la pista no tendría dificultad. Unos pocos kilómetros adelante apareció la bahía. La Playa de Elafonisi tiene justo enfrente un pequeño islote con una pequeña iglesia al que se puede acceder andando ya que el agua no sube de la rodilla. Con la erosión del mar se ha creado un pequeño istmo y en trescientos metros a la redonda el agua no te llega a cubrir lo que hace las delicias de todo los que por allí se acercan. Hay zonas donde la profundidad es de 1 ½ m y nada más sumergirte numerosos peces hacen acto de aparición. Debido a la poca profundidad, la blancura de sus fondos y la limpieza de sus aguas la visibilidad es muy grande e incluso si solo hacemos buceo de superficie nos merecerá la pena.  En otras zonas la profundidad no excede de 10cm formando bañeras en las que el sol recalienta el agua y puedes llevarte horas tumbado.  La isla es más grande de lo que parece a simple vista y hay una buena caminata si queremos bordearla en su totalidad. El extremo mas al sur es el más abrupto y hay varios rincones y calas sin apenas nadie.
            El entorno es paradisíaco y pese a que en un lado ya han instalado unas cuantas tumbonas y sombrillas se encuentra en un estado casi virgen y poco abarrotado. Seguramente en un par de años todo habrá cambiado.   
            También esta permitida la acampada libre. Pudimos ver un furgón Iveco 4x4 acondicionado como vivienda  acampado a apenas dos metros de la orilla. ¡Eso son vistas al Mar!.

La pista comenzaba rápidamente a coger altura y pronto Elafonisi se convirtió en un reflejo de plata en la lejanía. Teníamos el mar de Libia a nuestros pies. Esta escarpada costa sirvió durante la segunda guerra mundial como punto de embarque de las tropas inglesas, australianas y griegas para evacuar a sus tropas cuando los alemanes invadieron la isla. También era uno de los escenarios donde los famosos corredores pasaban información por las montañas.

Nuestro destino era Paleohora pasando por el cabo Krios. En teoría no existía pista que uniera las dos poblaciones y en los mapas solo aparecía como un camino rural.
Preguntamos a unos franceses que venían de vuelta en una Honda Varadero y nos confirmaron que no había problema. La pista era practicable para los Toyotas y salvo que tuviéramos vértigo, sin problema.
  
  El primer tramo la pista va flirteando con el mar aunque a una considerable altura. Las vistas son espectaculares aunque no pasara mucho tiempo para que comencemos a internarnos. Los que conozcan Marruecos les recordara y mucho a las pistas del Atlas pero esta vez los pueblos que nos encontremos en el recorrido serán blancos aunque con gentes igual de amables.
Paleohora es un pequeño pueblo costero que en tiempos fue destino hippy. Desde aquí parte otra pista hasta Sougia y a unos 15 kms las famosas gargantas de Samaria. Dicen ser las más largas de Europa, unos 18 kms, la pena es que con los coches solo se puede hacer un tramo muy corto y si se viene del norte. Si queréis proseguir tendréis que poneros las botas de trekking. Las gargantas son espectaculares. Su ancho varia entre los 150 m y los 3 m,  y sus paredes verticales alcanzan los 500 m de altura. Por cierto, cobran la entrada; 5euros.
Desde aquí se pueden hacer innumerables rutas pero el tiempo ya apremiaba. Teníamos que volver a casa, aunque el destino nos tenia preparado una mala jugada. El ferry de Anek Lines  desde Heraklion a El Pireo no tenía camarotes disponibles. Luego teníamos que enlazar unos  300 kms hasta Patras en la costa griega y volver a coger un ferry tambien de Anek hasta Ancona en Italia. Este último tampoco tenía camarotes disponibles y la gente se agolpaba durmiendo por todos lados incluídas las cubiertas. Desconozco si el barco llevaba más pasaje de su capacidad, que seguro que así era, pero lo inaudito era ver como el personal  de a bordo intentaba por todos los medios que los que no tenían camarote no se instalara por los pasillos. Lo importante era que no fueran visibles. Hasta bien pasada la media noche no dejaron que la gente durmiera e incluso fuimos testigos como en la cafetería a una jóvenes italianas les hicieron levantarse de sus asientos por que dos de ellas estaban dormidas. A las seis de la mañana justo antes de que el barco despertara varios miembros del personal del barco iban por los pasillos tocando las palmas y dando toquecitos con el pie a los que estaban dormidos lo que provocó mas de un momento tenso.  Para dar una idea de cómo iba el barco, a las tres de la mañana era imposible andar por los pasillos del barco daba igual en la cubierta que fuera, de la cantidad de gente que se agolpaba por todos lados. Ante nuestras reclamaciones hicieron oídos sordos y mostraron indiferencia total. He viajado muchas veces en ferry en los que todo tipo de gente se buscaba la vida para dormir, bien por cuestiones económicas o porque lo preferían. Simplemente la queja es sobre todo por el trato con el que nos obsequiaron. Si es política de Anek Lines el que en sus barcos no se vean mochileros la solución es muy simple: cuando se agoten los camarotes, que no sigan vendiendo billetes.


Después de tan entretenida travesía llegamos a Ancona. Llevábamos dos días sin apenas dormir por lo que paramos en Parma y nos dimos una cura de sueño. Al día siguiente entraríamos en España después de casi 8000km.

Texto: Juan Pedro Ponce Anguiz
Texto y fotos: Covadonga Fdez Muñoz.
DOCUMENTACION:
Grecia es un estado miembro de la CEE por lo que no necesitamos ningún requisito especial para 
cruzar su frontera. Mejor llevar pasaporte aunque con el DNI es suficiente.
Sí es necesario llevar la carta verde del seguro y muy recomendable ser socio del RACE  o RACC.


PRECIOS:
Gasoil:                                                                                               0,92 euros/litro
Botella de litro de agua:                                                                      1,00  euro
Cerveza Mhitos:                                                                                2,00 euros
Cerveza Internacional:                                                                         3,00 euros
Lata refresco:                                                                                     0,80/1,00 euro
Cafés:                                                             Desde 2,00 euros hasta 5,00 euros
Monumentos:               Entrada compartida para seis monumentos       12,00 euros

FERRY:
Pocos países ofrecen tantas compañías y ofertas, aunque es verdad que la periodicidad varia mucho  dependiendo de la época del año.

En una misma pagina tendremos acceso a toda la información sobre precios, horarios y compañías   tanto nacionales como extranjeros. En ingles.
VACUNAS: Ni la de la gripe.
MAPAS: Michelin 980 Europa, Michelin 705 Grecia
GUÍAS : Lonely Planet




Revista Auto verde nº 241
Revista Digital Trucks 4x4 Argentina.

EXPEDICIÓN BIBERÓN 2008
VIAJANDO CON NIÑOS POR MARRUECOS, MAURITANIA Y SENEGAL

Este viaje lo planeamos por primera vez hace tres años. Ibamos a ir dos Hdj 80 atravesando Marruecos, Mauritania hasta Senegal siguiendo la franja de costa para poder así evitar las altas temperaturas del interior del continente. Lo que hizo de algo particular este viaje, es que venian con nosotros nuestras pequeñas hijas. A diferencia de lo que podría haber sido un capricho de niños, en aquella oportunindad la travesía terminó prematuramente en  Marruecos no por un berrinche infantil sino por la indisposición de un adulto.
            Desde aquél entonces nos planteamos el volver a realizar esta travesía, completándola pero esta vez el viaje se haría con un solo vehículo y con el agregado de que la familia había crecido.
            Siempre hemos viajado con nuestras hijas. Desde que nacieron han estado acostumbradas a viajar en auto y sus pasaportes lucen orgullosos una docena sellos. Aun así sabíamos que viajar con Alicia, la más chiquita con apenas un año y medio podría no ser lo más sencillo, y queríamos que disfrutara como los mayores de toda la experiencia pero teniamos bien en claro que en cualquier momento podríamos tener que dar media vuelta y regresar si considerábamos que el viaje se le hacía pesado para ella o nosotros.
En un viaje de esta envergadura nada puede dejarse al azar y todo debe estar muy bien planificado. Por otra parte también es cierto que a veces no se puede llevar un horario estricto a cumplir y moviendose con niños hay que estar bien predispuesto a que sean ellos quienes marquen el ritmo de viaje.  Vacunas, profilaxis de malaria, repuestos para el vehículo, trazados de rutas alternativas, llamadas a embajadas varias y consulados, comida para los mayores y tarros de comida para bebé, bebida y una larga lista de etceteras. Debíamos ser totalmente autosuficientes para comer y dormir donde fuera lo que acarreaba un sinfín de listas de cosas que comprar y hacer, de hecho la lista de los juguetes tuvimos que negociarla unas cinco veces...
Nuestro fiel aliado en este viaje nuestra Toyota HDJ 80 con 18 años a cuestas pero que siempre ha demostrado con hechos su buena fama. Con todos los bártulos a cuesta y una buena colección DVD`s de dibujos animados nos pusimos en marcha. Por delante 8000 km y casi 40 días para ir y volver a Senegal. Y por supuesto, las protagonistas de esta historia, las tres mosqueteras, Paula de 7 años, Covadonga de 5 y la benjamina de la familia, la pequeña Alicia de solo 1 año y 1/2.
            Salimos de Huelva, en el sur de España, a las seis de la mañana hicimos noche en un Hotel en Marrakech. Este trayecto fue todo sobre autopista lo que facilitó que las niñas llevan el período de aclimatación mejor de lo que esperamos. Al día siguiente permanecimos en la ciudad Roja y por la mañana alternamos piscina de hotel con la obligada visita a la plaza Djma el Efna.
Se hicieron fotos con lo monos y las serpientes, paseamos por el zoco, degustamos pinchitos y algun que otro cous-cous, bailaron al son de los tambores, se tatuarón con henna y a la hora de irnos se enojaron por que querían quedarse más tiempo.
            Hasta aquí, la previa al día siguiente comenzaba el viaje de verdad.  Pasamos Agadir, Laayounne, y entramos en el Sahara occidental. Los controles comienzan a sucederse a la entrada y salida de cada población. Nosotros llevamos desde España unas fichas rellenas con los miembros de la expedición, el recorrido, etc que facilita mucho la cosas ya que la entregamos directamente y nos dejan proseguir el viaje. De vez en cuando, en alguna población, encuentras algun saharaúi que habla español, sobre todo  ancianos y uno de ellos nos enseña un DNI de los antiguos, de cuando eran considerados ciudadanos españoles.
Dormimos y comemos en la playa dándonos unos baños memorables y descansando en las horas de más calor. Aun así la temperatura se va suavizando conforme bajamos hacía el sur e incluso por las noches tenemos que abrigarnos. Las niñas por su parte comenzaron una colección de caracoles marinos que con el paso de los días ira aumentando en cantidad preocupante. Las tres van bien, pero Alicia duerme mucho en durante las horas de viaje y cuando paramos a descansar ella despierta con las pilas super cargadas. Nosotros, los padres dormimos en una carpa de techo sobre la Toyota y las pequeñas en un anexo fabricado por nosotros mismos sobre el que montamos una carpa de apertura rápida que se conecta con la nuestra . Allí tienen ellas tienen su pequeña suite, un mullido colchón de espuma y sus bolsas de dormir, aunque a veces hacen tanto revuelo que parece que se va a venir todo abajo. 
            En Dakhla, la antigua Villacisneros compramos algunas cosas y damos una vuelta por la que fue colonia española. No sabemos si es por el tiempo, (ya que en Senegal es temporada de lluvias) o tal vez por la amenaza terrorista, pero apenas nos hemos cruzado con otros vehículos, cosa que no nos tranquiliza para nada. En Dakhla hace unos años tenías que formar un convoy para pasar a Mauritania escoltado por los militares, por suerte hoy en día ya no hace falta.
Paramos en el Hotel Barbas, una especie de complejo a unos 60 kilometros de la frontera mauritana donde pudimos abastecernos de provisiones y combustible antes de entrar en Mauritania.
Para cruzar a Mauritania debes hacer los trámites de salida de Marruecos en el puesto de Guergarat. Tardamos más de tres horas en poder salir y eso que apenas había tres camiones delante nuestro, mientras tanto las niñas no perdieron oportunidad de divertirse paseando con militares, gendarmes y todo aquel que estaba de paso en la frontera.
Casi todo el mundo se acercaba a hacerles alguna carantoña, jugar con ellas y hasta ofrecerles un yogur recién sacado de la nevera. Era un constraste especial ver a Alicia con su pelo rubio, en pañales y con el chupete puesto pasear de la mano con el militar negro de dos metros de altura.
En la entrada en Mauritania, más de lo mismo, pero esta vez fue un poco más rápido aunque sospechosamente esa misma mañana el precio del visado habia subido diez euros por barba, pero no hay que ser malpensado hay que contribuir con el bienestar de las fuerzas de seguridad y esa fue nuestra pequeño aporte.
En la misma frontera cambiamos dinero y sacamos el seguro obligatorio para el coche ya que aquí el español deja de tener validez. En la aduana preguntamos por lo de la supresion del Dakar y nos dicen que pasemos tranquilos que no hay peligro alguno que lo que ocurrió fue que los intentaron atracar y al darse a la fuga abrierón fuego. Si quiso tranquilizarme, no lo consiguió.   
            Entramos en la polvorienta Nouadibou ya entrada la noche, por lo que nos metimos en el Hotel Sahel, el mejor de la ciudad y que está a unos cien metros del Hogar Canario donde nos pudimos beber unas cervezas y un buen pescado fresco. A la mañana siguiente nos pusimos en marcha temprano camino de la Reserva Natural del Banc de Argüin.
            Apenas tres horas depues de salir suena el teléfono, es un mensaje mandado desde España, "Golpe de estado en Mauritania. El país está patas arriba, aeropuerto y capital tomado por los militares, el presidente derrocado, NO ENTREIS EN EL PAIS!!!!!!! ¿Dónde stais? llamadnos cuando podais. En principio no terminábamos de creerlo aunque desde España nuestros amigos insistían en que  las noticias eran ciertas. Afortunadamente por la zona que viajábamos tenía cobertura telefónica por lo que llamamos a la embajada y nos confirmaron la noticia. En principio nos dijeron que las fronteras por tierra, el aeropuerto y la mayoría de los edificios públicos estaban tomados por el ejercito pero que la capital estaba en calma, que lo mejor que podíamos hacer era dar media vuelta y meternos en un Hotel en Nouadibou hasta que se pasara la turbulencia. El problema era que ya estabamos mas cerca de Nouakchott, la capital de país, y que apenas nos quedaba gasoil. Volvemos a llamar a la embajada pero no nos atienden el telfono por cual nos ponemos en contacto con el consulado en Nouadibou. La persona que nos atiende es mauritana y nos dice que no nos preocupemos, que en principio debe de ser cuestion de unos pocos días.  Al comentarle que estábamos a unos cien kilómetros de Nouakchott también nos recomienda que nos metamos en un Hotel, pero en el último momento nos dice que cree que la frontera de Rosso, el principal paso fronterizo hacia Senegal, esta cerrada pero que la de Diama, un poco más al sur, esta abierta.
En África, en general, es normal encontrarte numerosos controles militares o de la policía que con aire más bien cansino te pide los papeles o simplemente te dice que prosigas, pero llevábamos varias horas sin encotrarnos con ninguno hasta aproximarnos a Nouakchott donde apareció el primero. Con la radio a todo volumen y los fusiles al hombro, se los notaba nerviosos. Intentamos preguntarles por la situación pero nos hicieron proseguir enseguida sin explicaciones. Al llegar al segundo y tercer control nos dijeron que las fronteras con Senegal estaban abiertas al menos por el momento.
Conseguimos llenar los tanques e hicimos acopio de agua y comida. Después de replantearnos una y otra vez los pros y los contras nos decidimos iriamos directo a  Diama.
A todo esto las niñas iban bien, nunca se percataron de que algo pasaba, les armamos una cama en la parte trasera de la Toyota y tuvieron sesión triple de películas de dibujos animados.
            Las horas se hacían interminables mientras la Toyota mostraba todo su poder llevándonos a toda velocidad hacia el Sur, apenas parábamos para estirar las piernas o para algún que otro cambio de pañal, queríamos llegar a la frontera antes de que anoceheciera por lo que teníamos que apurarnos.
            El paso de Rosso tiene fama de ser uno de los más duros de África, ya que hay que embarcar con vehiculo y todo en una barcaza para poder cruzar el río Senegal y durante el tiempo de espera te acosan por todos lados intentando sacar algun dinero extra. Una vez dejamos el asfalto nos encontramos más seguros, aquí era más difícil encontrarse con militares. El miedo era si podríamos pasar la frontera o si todo el esfuerzo habría sido en vano, afortunadamente justo cuando caía el sol, la frontera de Diama apareció a lo lejos y dos horas más tarde estábamos tomándonos unas cervezas en el club de pescadores de Saint Louis riéndonos de los nervios que habíamos pasado.
            Nos instalamos en una cabaña en el Zebrabar, uno de los "campamentos" más famosos de África y punto de encuentro para todos los viajeros que bajan desde el norte por tierra.
            Llevábamos pocos días en el Zebrabar y  las niñas ya habían hecho numerosos amigos. Nada más levantarnos las iban a buscar y se bañaban en el río a apenas unos metros de nuestra cabaña. Ellos solo hablaban wolof, uno de los dialectos de áfrica occidental, pero eso no era impedimento para que se llevaran todo el día juntos e incluso mis hijas intentaran explicarles juegos en español. Alicia, la mas pequeña, iba de brazo en brazo y era la que más les llamaba la atención aunque fueron Paula y Covi las que hicieron más amigos.  
            Visitamos el parque natural de D´joudj, para dirigirnos al día siguiente a la reserva de Bandia donde una iniciativa privada lucha por reintroducir las especies que en tiempo fueron autóctonas de Senegal.  Vimos jirafas, cebras, avestruces, infinidad de antílopes y unos impresionantes rinocerontes blancos que disfrutamos apenas a unos metros de distancia.
            Una de las zonas más desconocidas de Senegal es la isla de Jaol-Fadiouth. Es una isla artificial enteramente construída con caracoles marinos en la que existe una iglesia católica. Sus pobladores se dedican principalmente a la pesca, aunque cada vez más está presente en los circuítos turísticos.
            En Dakar visitamos la isla de Goree, el punto de embarque de los esclavos que iban hacia américa y el mítico lago Rosa punto de llegada, (menos en la última edición) del Rally más duro del mundo.   
            El viaje iba llegando a su fín y teníamos que plantearnos la vuelta. La opción más segura era que las niñas y mi esposa volvieran en avión, pero ella se negaba y realmente las noticias que nos llegaban eran de que estaba todo muy tranquilo. Finalmente decidimos volver a arriesgar y cruzamos sin problema todo el país.
              Este ha sido sin dudas un viaje que no olvidaremos, por todo lo que aconteció, y un viaje en el que mis hijas disfrutaron como enanas, ajenas en todo momento a lo que ocurría fuera, pero que  nosotros vivimos de una forma un tanto especial. Supongo que el concepto que podemos tener aquí de un golpe de estado en nada tiene que ver con lo que siente la población mauritana lamentablemente acostumbrada a que ocurran esas cosas. Con los mauritanos que hablabamos del tema desde militares, policía, el recepcionista del hotel o el camarero, todos intentaban transmitirnos tranquilidad, que realmente la situación era segura y que no tendríamos ningún problema.  Nos gustaría dejar claro que en los controles militares siempre nos dieron un trato educado y cordial, e incluso con el toque de queda para los turistas nos dejaron proseguir sesenta kilometros y hasta nos ofrecieron pasar la noche con ellos. 
            También supongo que si el viaje lo hubiéramos hecho en compañía de otros vehículos o quizás en un viaje organizado, la sensación habría sido completamente distinta, por lo que a fín de cuentas no dejan de ser percepciones personales que de alguna manera quieren sentar cátedra. Simplemente lo contamos como nosotros lo vivimos y, lejos de sentirnos Indiana Jones, sólo somos unos simples viajeros que solemos ir con nuestras hijas a todas partes.

Texto y fotos: Juan Pedro Ponce Anguiz
Contacto: overlandspain@ymail.com

VIAJEROS:
Juan Pedro Ponce Anguiz (texto y fotos)
Covadonga Fernandez Muñoz (fotos)
Paula, Covadonga y Alicia Ponce Fernandez